Yo
siempre te amare
A diferencia de muchas ciudades
esta es poblada por animales y no por personas. No somos perros, gatos o
dinosaurios, somos criaturas mitológicas.
Lo que nadie sabe, es que nosotros tenemos nuestro propio mundo.
Estudio en un colegio
llamado Meres, es un buena institución, tal vez la mejor de Unicorlandia, (somos
unicornios, mi nombre es Eysellen y tengo 15 años) con grandes unicornios los
cueles carecen de pensamiento.
Estábamos todos en clase y
llego un hermoso chico, tenía un color de piel que jamás había visto, era como
la noche, oscura. Estaba sentado en un aparato, pero en realidad no entendía el
¿por qué?
La profesora llego más seria
de lo normal y dijo: “alumnos, él es Perky, tiene 17 años. Padece de una
enfermedad la cual no le permite hablar ni caminar, pero puede escucharlos.
Espero que lo hagan sentir como en casa y que sean muy respetuosos con él”.
Todos en la clase lo miraban
con desprecio, como si fuera un fenómeno. Ante mis ojos era belleza pura. Pensé
que nadie podría ser más hermoso que la noche, pero apareció el.
Cuando la profesora lo ubicó
en el asiento todos se rodaron, no querían estar junto a él, pero yo me acerque
(es como si le temieran a lo nuevo). En Unicorlandia todos somos coloridos,
pero Perky no, tenía mucha curiosidad en saber porque su piel era color negro.
Sentía la necesidad de hablarle y poder ser
su amiga, así que decidí acercarme.
-¡Hola! Le dije, mi nombre es Eysellen, tengo
15 años. La profesora dice que no puedes hablar pero yo puedo enseñarte-.
Pase toda la clase mirándolo
y en ocasiones le hablaba (no le podía hablar siempre, estábamos en clase y
podía interrumpir a la profesora). No veía la hora de salir de clases y
contarle a mi madre la llegada del chico nuevo.
Cuando llegue a casa corrí
hacia donde mi madre y le dije alegremente:”madre, en la clase llego un niño
nuevo, su nombre es Perky y su tono de piel es oscura”. ¿Cómo es que no había
visto unicornios así? ¿Por qué no tengo eso color?
“No creo que sea hermoso
Eysellen, respondió mi madre, no comprendes”. “los unicornios que toman ese
color son porque tuvieron algún accidente, lo último que quiero es que algo te
suceda”.
¿Pero no crees que sea
hermoso tener un color tan único como lo tiene Perky? (Pregunte con la
intención de obtener una respuesta positiva).
“Ya para Eysellen, (grito mi
madre desesperada) solo los unicornios de ese color quedan en ese estado, no
pueden hacer nada”. ” Los padres sufren mucho” ¿Cómo quieres que piense que
tener ese color es algo hermoso? Es algo trágico hija. “Siempre te digo que te
cuides, de nada sirve tener un color diferente si vas a quedar en ese estado en
el cual está tu amigo”.
A lo cual le respondí:”pienso
que se puede recuperar y hacer cosas que hacía antes de su accidente”.
”No, una vez haya tenido el
accidente no hay vuelta atrás, no hay quien lo repare Eysellen”, respondió furiosa
mi madre.
Me fui triste y con rabia a
mi habitación. ”Yo sé que puedo ayudarlo, se que él puede ser el primer chico
en tener una vida normal con un tono de piel extraordinario” pensé.
Pasaban los días y solo
andaba en la escuela con Perky, en todo momento, hasta la hora que tocaba ir a
casa. Yo le enseñaba a leer, movía mis labios lentamente (para que en algún
momento se le facilitaría hablar), le movía sus dedos, su cabeza, sus brazos y
piernas (con la intención de que pudiera mover alguna parte de su cuerpo sin
ayuda alguna).
Todos me miraban raro, (para
los compañeros es como si hablara o hiciera las cosas sola) porque según ellos Perky era una pérdida de
tiempo, pero para mí, era una ganancia.
Sí, me había enamorado de
él. En recreo lo entre al salón y lo levante del aparato extraño en el cual
estaba sentado, lo abrase y comencé a moverme con él (quería que sintiera el
suelo de nuevo, lo que se sentía caminar). Eso apenas duro 10 minutos, Perky era
muy grande y pesado. Al sentarlo lo mire fijamente y él a mí, sentí que estaba agradeciéndome
por mucho, me gustaba tanto estar con él. Le di un beso, lo abrace y de un
momento a otro sentí como sus manos rodearon mi cintura. Fue un momento lleno
de satisfacción, felicidad. Al fin había pasado lo que me propuse, hacer que
Perky pudiera mover alguna parte de su cuerpo sin ayuda alguna. Ahora va a
progresar y ser el unicornio más original que había podido habitar en
Unicorlandia.
Tenía 3 días sin ir a clases
porque estaba enferma. Cuando llegue al aula estaba tan emocionada por ver a
Perky, pero no lo vi (seguramente se les dificulto a los padres subir el
aparato al auto).
La clase finalizó y Perky no
llego. Fui mi casa y mi mamá me dio la
noticia más oscura que el color de piel de Perky y era que había fallecido.
El amor de mi vida murió.
Todos dicen que no valió la pena el esfuerzo que hice, que desperdicie mi
tiempo, que me ilusione, que deje muchas cosas por estar 8 horas con él, que no
podía hacer sentir viva a una persona que estaba prácticamente muerta, pero
saben, él fue el que le dio sentido a mi vida, el que me hizo sentir viva y
amar sin necesidad de que me hablara o tocara. Fue la primera persona con la
cual pasaba solo unas 8 horas cuando quería pasar las 24. Aprendí amar y
extrañar, pero más amar.
Ahora han pasado 9 años desde su fallecimiento,
tengo 24 años y tengo mi propio hogar. Tengo un bello esposo unicornio llamado
Yorket y un hermoso hijo llamado Perky.
Y si me preguntan: ¿Eres feliz?
Diré que sí (porque lo soy). Si me preguntan ¿Cómo se llama tu esposo? diré
Yorket, pero si me preguntan: ¿Cómo se llama el amor de tu vida? responderé sin
temor alguno “su nombre es Perky”.
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